Las batallas del empresario Ponce Lerou para mantener el control de SQM

En sus 26 años en la compañía, ha debido enfrentar varios intentos de quitarle el timón

Envie este Recorte Version de impresion de este Reportaje Publicado el 11 de septiembre de 2013 Visto 155 veces
Fuente:
La Tercera

Un sobreviviente. Así suele autodefinirse Julio Ponce, quien cada vez que enfrenta momentos difíciles recuerda a sus cercanos “todas las batallas” que ha dado en SQM, mayor productor de químicos de litio, yodo y nitrato de potasio. Y esta coyuntura debe estar entre las crisis más complejas de la aproximadamente media docena a su haber, desde que en 1987 asumió la presidencia de la Sociedad Química y Minera de Chile.

La cascada de sociedades con que la controla se inició en 1986, en el contexto de las privatizaciones de empresas públicas vía capitalismo popular. Un grupo de ejecutivos y dirigentes sindicales liderados por el ex gerente general de SQM Eduardo Bobenrieth crearon Pampa Calichera, para invertir en acciones de SQM (partieron con 4,1%).

En 1989 Ponce dio su primera pelea por el control de SQM -sociedad que hoy vale sobre US$ 8 mil millones-, cuando Bankers Trust, Provida y Consorcio intentaron venderle un 10% a Mitsubishi (principal productora de yodo de Japón). Logró que se desistieran. 
Al año siguiente, un grupo de ejecutivos trató de hacerse del control de Calichera por la vía de crear otra sociedad, Oro Blanco, para comprar las acciones de los trabajadores que se jubilaban, en la cual Bobenrieth (quien supuestamente estaba apalancado por la israelita Haifa Chemical) intentó una OPA. Pero Ponce se adelantó y alcanzó un porcentaje que le permitió detener a Bobenrieth. Poco después el empresario abrochó el control de la pirámide, tras recomprar la deuda de Norte Grande a los bancos.

La siguiente gran crisis se configuró a mediados de 2000, por las pérdidas que ocasionaron a las sociedades controladoras de SQM las inversiones que realizaron en el negocio de artefactos sanitarios y cerámicas, en lo que fue un fallido intento de ponerle “chimenea” a las cascadas. Calichera debía US$ 60 millones, de los cuales unos US$ 9 millones vencían a mediados de ese año y no eran fáciles de financiar, en un contexto de pérdidas por $ 4.880 millones en 1999. Además, necesitaba financiar un aumento de capital de Norte Grande en Oro Blanco. Este espiral de endeudamiento hizo que en el mercado vieran un posible flanco que lo llevara a perder el control de SQM.

A eso apostaron varios accionistas minoritarios que entraron en ese tiempo, entre ellos Sebastián Piñera. Pero Ponce logró zafar: renegoció con los bancos, vendió su participación en las cerámicas, enajenó acciones y siguió desarrollando SQM, que por sus recursos naturales y bajos costos siempre ha sido apeticida en el mercado nacional y externo.

Este apetito hizo que en 2001 Potash Corporation (PCS) entrara a SQM e intentara tomar el control directo. La canadiense compró 18% a las AFP (33,35% de las acciones serie A) y en 2004 anunció la compra de otro 8,32% a Israel Chemical. Así detonó una dura la pugna por el control de SQM con OPAs y contra OPAs hasta 2007. Ponce blindó el control con un pacto de actuación conjunta con la japonesa Kowa, con lo que agregó 2,3% a su participación, sumando 32,6%. PCS y las AFP alegaron que el pacto pasaba a llevar el estatuto interno de SQM, que impide que un accionista tenga más del 32% de las acciones en forma directa o indirecta. Sin embargo, en abril de 2007 el regulador sostuvo que Ponce y Kowa no eran relacionados.

Hoy la incógnita es cómo saldrá de esta coyuntura. La formulación de cargos de la SVS se produce tres semanas después que Ponce informara al mercado que Norte Grande y sus filiales enfrentan una situación financiera y creditica delicada, por su alto endeudamiento, la que coincide con las caídas de precios de la acción de SQM, su único activo subyacente, por la crisis del potasio. Y Oro Blanco requiere un inminente aumento de capital, que es cuestionado por los minoritarios, para pagar en agosto de 2014 un bono de US$ 100 millones.



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La Tercera

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