La fuerza de trabajar juntos

El verano del 2016, se dio a conocer un preacuerdo entre Corfo y la empresa norteamericana Rockwood Lithium, en torno a un contrato de explotación de litio en el Salar de Atacama por 27 años. A grandes rasgos, se divulgaba que este preacuerdo permitiría aumentar la posición del país en este mercado, elevar los ingresos fiscales y nuevos compromisos en cuanto al desarrollo de valor agregado.

Sin embargo, el preacuerdo inicial salvo incluir legítimamente ingresos que compensan a las comunidades aledañas, no contemplaba aportes para el desarrollo sustentable regional. La región de Antofagasta, no participaba como un actor visible de los preacuerdos sobre los beneficios directos de la explotación de un recurso estratégico del siglo XXI. Las causas de aquella invisibilidad, eran que el acuerdo era dibujado por dos actores: el nacional representado por el Estado de Chile y una empresa global en la materia.

Frente a aquel déficit, se desencadena un proceso virtuoso a escala regional que va sumando diferentes posiciones que proponen un enfoque diferente sobre este arreglo. Un conjunto de puntos de vista, que desde los más diferentes lugares se van coordinando y articulando a otros actores, que se incorporan generosamente para proponer un principio básico: la explotación de los recursos naturales deben aportar al desarrollo sostenible de las actuales y futuras generaciones del territorio donde se realiza la actividad.

El resultado de esta reacción regional es lo que hoy se anuncia, parte de los recursos se destinarán a la creación de un centro científico para la macro zona norte en la Región de Antofagasta.

Probablemente, algunas voces consideraran que no fue suficiente; sin embargo, este ejemplo debiera ser un referente sobre la defensa del interés colectivo en el futuro. Indudablemente, habrá mucho que aprehender, pero este primer esfuerzo de muchos servirá para nuevas batallas por más desarrollo regional a partir de nuestras riquezas