CUENTE-ANDO: AGOSTO, MES DE GRATITUD, RECIPROCIDAD Y REDES SOCIALES

Envie este Recorte Versión de impresión de esta Opinión Publicado el 12 de octubre de 2018 Visto 484 veces

Antes que termine uno de los meses que nos recuerda la reciprocidad, el dar, la gratitud, la renovación, el volver a comenzar, es que quiero continuar con mi serie de cuentos desde el Sur, el Sur del Salar de Atacama.

Al comenzar Agosto, en muchos espacios, públicos y privados de Lickana, se realizaron Pagos y Convidos a la Patta Hoiri o Pacha Mama. Es en los espacios privados donde podemos vivenciar esa conexión de nuestra Cultura con la profundidad de la Cosmovisión, es en esos lugares alejados de toda cámara, toda red social y publicación, donde podemos ver lo que es invisible a los ojos humanos…

Fue en una de esas muchas conversaciones con mi madre, cuando ella recordaba la última vez que mis abuelos paternos habían floreado el ganado. Ella me contaba que esas ceremonias, duraban días, y que al ser tanto el ganado, necesitaban ayuda externa, porque solos como familia,  no terminarían de colocar los zarcillos y collares al ganado, que no solo proveía carne, lana, sino también se habían convertido en parte de la familia, teníamos una relación de dependencia, nos necesitábamos.

 

"Eran aquellos tiempos donde aún las familias respetaban y mantenían vínculos estrechos con la Tierra, con la Patta Hoiri, por medio de sus pujios, que sagradamente guardaban y pagaban cada año. Los pujios son esos espacios sagrados que se abren en la tierra, para el dialogo y la reciprocidad.

Uno de esos pujios se encontraba en la última estancia donde se realizó la ceremonia, allá, en la cordillera, a los pies del Miscanti y el Miñiques, montañas protectoras de la familia.

Después de challar los zarcillos que se hicieron en la noche, acompañados por la hoja de Coca y los cantos a los animales, como el chururito; al amanecer la koa comenzó a humear en el corral, donde se encontraba el ganado que daba el sustento a la familia. Al frente, pasaron una pareja de una oveja y un cordero que los casaron, una hembra y un macho que seguirían reproduciendo la tropa. Así como a dos novios, los unieron con flores de lana panty y sellaron la unión con un beso, teniendo como testigo el Pujio, y la Pacha Mama quien oficiaba de autoridad. Las chitas o corderos pequeños fueron floreados con zarcillos en sus orejas y con pequeños collares, así como el corte de sus colitas. Las demás ovejas y corderos adultos fueron pintados con manchones de lana en sus cuerpos, en señal de alegría, y también se les hizo el señalamiento de sus orejas con el sello o marca familiar y puesto los zarcillos, estaban listas para salir a colorear los campos.

Así pasaba el día, entre risas, trabajo y alegría, hasta que llegó el turno del elegido: El cordero Ylla, el cordero sagrado, que no tocaríamos por nada, porque era el cordero que llevaba la luz de ese rebaño, era nuestro cordero guía."

Fue en ese relato que esa palabra llego a mi vida, así como en sueños, comencé a buscar que significado tenía el concepto Ylla y trataría de comprender lo que ella encierra. Ylla, de raíz quechua, quiere decir Luz y comprende un importante concepto en la tradición andina, que viene  de tiempos inmemoriales, donde se le atribuía poder, protección, abundancia, a alguna entidad, en este caso, a un animal apartado por ser preciado.

Hago esta conexión con los Pagos y Convidos de los Agostos modernos, porque al parecer se han abierto muchos Pujios, sin conocer el verdadero sentido y significado que tienen, así como la complejidad que lo acompaña y donde lo Ylla ha quedado en el recuerdo y ya nada se ha apartado para ser sagrado, todo se ha normalizado y socializado tanto, que somos capaces de grabar en videos, fotografiar ceremonias y subirlas a nuestras redes para demostrar que estamos conectados con la Tierra y nos "Pachamamizamos" exponiendo momentos tan íntimos e importantes para estar en sintonía.

Oriana Mora
Ex Concejala de la Comuna y actualmente ciudadana

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